Por: Daniela Rodríguez
El fútbol es un deporte que mueve masas. Es un evento deportivo que pone cita a diferentes personas y aficionados para apoyar a una selección, bien sea en un estadio o en un centro deportivo. En estos entornos, suelen evidenciarse aglomeraciones y una importante cantidad de asistentes con diferentes patrones de comportamiento y pasiones que ameritan un verdadero orden y control masivo.
Eventos deportivos como los Torneos, Ligas y Mundiales de Fútbol despiertan diferentes pasiones en los aficionados de este deporte. De manera ocasional, se promueve la unión de un país pero en otras ocasiones, se generan conflictos o alteraciones inesperadas.
Para eventos como el fútbol donde se quiere un espacio deportivo en el que prime la tranquilidad y la unión, resulta necesario considerar una estrategia de seguridad privada que permita garantizar la estabilidad de este tipo de escenarios deportivos.
Hace un tiempo se abrió una discusión que surge a raíz de responder a la pregunta: si la seguridad de los estadios, debía estar a cargo de la Policía o de la seguridad privada; de todas maneras, no se trata de generar una polémica o entregarle la pelota a alguno de estos equipos profesionales; lo cierto, es que más allá del orden público que puede ser administrado por las autoridades competentes, se trata de lograr una gestión integral de seguridad que contenga diferentes aspectos que solucionen las circunstancias de inseguridad, lo cual solo puede lograrse con personal capacitado en lo que tiene que ver con la seguridad de los estadios de fútbol, que prevenga y atienda a tiempo los problemas que puedan generarse en este espacio.
En sí, básicamente el asunto que realmente compete, es velar por la protección de recintos e instalaciones deportivas; evitando actos delictivos y altercados en los estadios, teniendo un plan de contingencia para salvaguardar a las personas que se encuentran en estos espacios en caso de alguna situación incontrolable; así mismo, se trata de lograr la continuidad del sector deportivo y trabajar en colaboración con las fuerzas y cuerpos de seguridad.
Un ejemplo de esto es que, en Suramérica, en Argentina, Brasil, Chile, Perú y Uruguay, la seguridad de los estadios es compartida entre vigilancia privada contratada, o propia del club, y la Policía, resulta mejor aún si tiene el respaldo policial.
Lo cierto es que el fútbol y la seguridad, van siempre de la mano, fútbol sí, pero con seguridad.